Lechuga para La Huerta de Momus

February 1976, Distrito Federal, Mexico.

“Antes de iniciar el dialogo que obliga el sistema, —de este teatro…”.

Así con esa frase presentó Chucho Salinas el segundo párrafo para cubrir (cómo en el frontón) a todo un elenco que parodiaba en una puesta en escena, el legado presidencial de Luis Echeverría Álvarez, fashionista tropical institucionalizado y, responsable por si fuese poco, de dar la orden de ejecución que detonaría en la Matanza de Tlatelolco en octubre de 1968 [1].

Hoy, a más de cuatro décadas de que esa obra debutara en teatro, tal parece que LA SÁTIRA [siendo esta, entre los otros géneros de la literatura, la más política] sucumbió ante un brote que a lo mejor pudiese catalogarse bajo la rama de EL CACHONDEO INFORMATIVO, formato humorístico que en lugar de hacer cómplices activos del publico espectador –o– de los televidentes –o– del radio escucha, nos amena y entretiene, sumienDonos en un letargo que permite que la realidad política supere a “la política ficción”; ahora si usted, lector que no nos lee le agrega el factor de los estrategas de la campaña presidencial de Donald Trump [a partir del 2015] quienes por medio de un ‘Caballo de Troya’ le arrebataron al gran Jon Stewart [y su pinche Daily Show] el cetro que él sostenía en cuanto a los ‘Fake News’, usted tendrá entonces la formula –o– la receta –o– el patrón –o– el SUAJE para trazar y doblar a la audiencia cautiva, ¡necesaria, Raquelito! para una ‘Televicracia Perfecta’.

Y la cosecha de Lechugas…

El fallecimiento del Primer Comediante, Hector Lechuga en estos tiempos de “fake news” llega paradójicamente, como diría don Jorge Saldaña con todo su estilo, “lamentablemente inconfundible*”: para definir a la nostalgia de toda una época.

* Saludos, Mona Lisa…

Entonces, si hay algo que inclina a [el staff] a rompernos la cabeza para producir un epitafio y tratar de atar cabos con Los Hilos de Sasha, y otros rollos en este blog, pues, a lo mejor viene siendo nuestra admiración por Las Fuerzas Vivas (de Luis Alcoriza, cine, 1975) y por supuesto Adiós Guayabera Mia (de Antonio Ferrer, teatro, en formato LP 33 1/3 rpm, 1976).

… de antemano:

Esperemos pues sinceramente de que esta diatriba de comentario disfrazada de tributo a don Héctor Lechuga [por su participación en las obras ya mencionadas] no nos la vayan a tomar a mal allá en el SITATYR –o– mismo en los camerinos de la Radio Y la Télévisión de Aguascalientes.

FIN DE LA PRIMERA PARTE…
Al regresar: la Singularidad, y el ingenio de ‘el Lechuga’… (The way things are going, we humans are all destined to take the role of cute little gold fishes)

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Las fuentes que se convirtieron del sistema:

[1] La fuente de ese archivo se las debemos, pero ya que andamos en plan de abonos, dejamos como prenda un dato donde se apunta desde dónde, y en que condiciones el antecesor de Echeverría en los Pinos, don Gustavo Díaz Ordaz, le giró la orden a don Luis para que él solventara —como él quisiera— la problemática de los estudiantes del ’68.

Según la fuente que [el staff] les queda a deber, Ordaz ya le había otorgado ‘el dedazo’ a Echeverría, y Ordaz, muy campante en su yate, le comunicó a don Luis que siendo que él iba a ser el próximo mandatario de México, y que los estudiantes iban a ser muy su problema, pues que él lo arreglara como más le acomodara… a lo mejor, y esto es solamente una vaga y fugaz propuesta [del staff], fue en ese preciso intercambio, entre el entonces Secretario de Gobernación (Echeverría Álvarez) y el Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas en el México de Las Olimpiadas (Díaz Ordaz), cuando a don Luis le nació la idea de apropiarse de “la guayabera Vlanca, Beracruzana”, como símbolo y prenda de vestir del autoritarismo institucionalizado del PRI.