Lo siguiente se tiene que leer
en la voz de “Justo Verdad“,
alias Héctor Suárez.
En las cosas que van de la mano con las diásporas, Mario Puzo capturó quizás uno de los siniestros mas corto punzantes de la migración forzada, es decir, el de los registros y los trámites de las personas que por hambre, falta de oportunidades, seguridad o por sobrevivencia tienen que ser dados de alta al ingresar a algún otro país. Qué hubiera sido de Vito Andolini, personaje principal en la saga de “El Padrino, Episode Two”, si en el desembarque en Ellis Island hubiese existido una delegación del consulado italiano para recibir el ‘stock’ de ingredientes necesarios para poder sazonar lo que hoy es el estofado y el refrito del melting pot americano. Lo primero que hubiese sucedido, si se pudiese hacer una contraposición con las estructuras de ese mundo paralelo, pues, es de que a lo mejor Nicholas Cage no hubiese tenido las palancas para poder haberse ganado el puesto de hamburguesero en el screenplay de Cameron Crowe [Fast Times at Ridgemont High1]. Ni por ende, pero por otra vereda, Sean Penn hubiera tenido la oportunidad de tachar [en buena onda] a un Alejandro González de ser un ‘wetback” en Tinseltown.
* Que conste
que eso es a razón
de que nos lo han platicado,
porque nosotros en el staff, pues,
no sabemos nada de esas movidas.
[Si nos dejan: viene una mini cápsula del 2do Congreso de las Asociaciones de los Mexicanos en Francia— a seguir…].
Pero regresando a nuestra reseña de un mundo paralelo al de don Mario Puzo, supongamos que a principios del siglo pasado durante el arribó de europeos —y más especifico— de italianos a Nueva York, el brazo consular de lo que una vez fue Roma hubiese estado allí en Ellis Island haciendo su chamba y abogando por sus connacionales al desembarcar. ¿Qué hubiese pasado?. Los que saben d’eso a lo mejor dirían que lo mas seguro es de que al niño Andolini le hubiesen dado chicharrón…
Um-hum, mis queridos paisanos, a Vito Anodolini lo hubieran desaparecido, porque es difícil de no factorizar o DES-AR-TI-CULIZAR en esa obra de ficción, las realidades del día y el azote de la criminalidad infiltrada en los intereses de las cúpulas mas estratosféricas del poder, y por eso, si en los archivos de la realidad (inspiradora principal de toda ficción) existieran los testimonios del apoyo brindado por la cancillería italiana a sus connacionales durante las diásporas de la vuelta del siglo pasado, pues, Robert Evans no hubiera tenido la oportunidad de producir: “The Kid Stays in the Picture”… y la historia de la mafia italiana hubiera sido INS-TI-TU-CION-A-LI-ZADA muchos, ¡pero muchos!, años antes de que a don Martin Scorsese se le hubieran hinchado los huevos para rodar una película de Casinos, en Las Vegas. ¿A poco no?